Clásicos casi olvidados para recorrer en la grilla de Max

Escrito el 27/06/2025

Hay películas de grandes directores o que en su momento fueron muy famosas que luego quedaron en cierto olvido, opacadas por otras modas. Y sin embargo, son excelentes y, en muchos casos, mejores de lo que hace el cine de hoy. Aquí van algunos ejemplos de la grilla de Max.

Uno conoce "los clásicos"; esas películas de las que se habla siempre y que forman parte de la cultura popular (de la cultura general) aunque quizás no las hemos visto. Hay más personas que saben que existe Lo que el viento se llevó que personas que la hayan visto; lo mismo pasa con Casablanca, filme que medio universo cree que es un drama romántico cuando es un policial negro y un alegato político (con algo de romance, claro). En esta nota, dejemos de lado esos títulos "famosos" y vayamos por otros que o bien son de grandes directores, o bien tuvieron un enorme peso en su momento y hoy necesitan rescate. Todos estos títulos están em Max.

Para muchos, la opera prima de Steven Spielberg es Reto a muerte. Pero esa es su primera película para TV, que en varios países se estrenó en salas. En la pantalla chica, ya había hecho un par de episodios -verdaderos largometrajes- de Columbo y un mediometraje. Su debut en el cine, el real, fue Loca evasión, una comedia dramática protagonizada por Goldie Hawn y William Atherton (si no conoce al segundo, es el "perseguidor" de los Cazafantasmas en, bueno, Los Cazafantasmas, y el periodista idiota de Duro de matar), y está basada en un caso real: una mujer que hace fugar a su esposo de la cárcel (cuando le falta poco para salir) para no perder la custodia de sus hijos, y que se transforma en una sensación televisiva mientras escapa. Muestra hasta qué punto el director conocía ya todas las herramientas del cine, es divertida (muy) y conmovedora. Y pocos la recuerdan.

Otra con Goldie Hawn, de la misma época: Shampoo. Fue una sensación enorme y multiplicó la estrella de Warren Beatty,  un peluquero exitosísimo tanto con las tijeras como con la seducción, un tipo que además tiene una enorme debilidad por las mujeres. El hombre quiere tener su propia peluquería, busca a un capitalista, pero al mismo tiempo tiene affaires con todo el entorno de este señor. Todo llega a su clímax el día de las elecciones de 1968 que consagrarían a Richard Nixon. Sátira social, sátira política, mirada cáustica sobre la "revolución sexual", con un elenco tremendo (sumen a Jack Warden, enorme secundario, y a una Julie Christie en la cima de su capacidad y de su belleza), hoy es más cáustica que entonces, cuando nadie hablaba de corrección política.

Cuando se dice "Alfred Hitchcock" es probable que el lector piense en Psicosis, en Ventana Indiscreta, en Los Pájaros o en Vértigo, pero es muy difícil que recuerde Topaz, su thriller de espionaje. Por cierto, no es la única vez que Sir Alfred tocó el tema de los espías (abundan en su obra, desde Los 39 escalones en adelante, quizás porque se relacionan con lo voyeur), pero sí el más claramente político. En plena Guerra Fría, un espía con una vida "normal" tiene que cumplir una misión en la Cuba de Fidel Castro (aunque todo tiene otro nombre) después de un atentado en las Naciones Unidas. Es el arranque de la película, que tiene otros (muchos) elementos de suspenso y de reflexión. Por supuesto que hay grandes secuencias, de esas que sólo Hitchcock hacía, pero lo interesante es el tono más cercano a John LeCarré que a las aventuras de James Bond (que el director inglés creó con películas alocadas como Intriga internacional). Como frutilla del postre, el cast incluye a Phillippe Noiret y Michel Piccoli, dos genios franceses de la actuación.

De los monstruos de los años 30, recordamos siempre el Drácula de Bela Lugosi y el Frankenstein (o "la criatura", luego con el nombre de su creador) de Boris Karloff. Pero Karloff, un gran actor de carácter con formación teatral, galán en los años 20 y shakespereano de alma, hizo además una gran película de terror llamada La Momia, donde interpreta más de un rol. Dirigida por Karl Freund -uno de los técnicos alemanes que escapó del nazismo y definió gran parte del estilo visual del Hollywood clásico-, es una película donde la oscuridad y la luz generan un clima onírico, como de pesadilla, que todavía resulta muy efectivo. Menos "monstruosa" que las citadas, pero más terrorífica en cuanto a ideas, a noventa años resulta de una efectividad notable.

Y terminemos con un clásico de Billy Wilder, la primera de sus películas en ganar el Oscar (la otra sería Piso de soltero). Hoy casi nadie recuerda , protagonizada por Ray Milland (otro olvidado) que interpreta a un escritor con dos problemas: falta de inspiración y un alcoholismo extremo que lo lleva al límite. Las secuencias de delirio del hombre son terribles (comparables con las del heroinómano que interpreta Frank Sinatra en El hombre del brazo de oro, o las de Ewan McGregor en Trainspotting, otro junkie) y probablemente -como suele pasar- le dieron el premio por eso. Pero Wilder combina el melodrama perfecto con el sarcasmo (especialidad de la casa) para que la película apunte a otra cosa. Como pasa en otro de sus grandes melodramas oscuros -Sunset Boulevard-, proyecta sus propias taras (Wilder era sobre todo un escritor, un guionista que llegó finalmente a la dirección, y era un grandísimo bebedor). La película fue muy célebre, pero hoy hay que hacer esfuerzos para recordarla; por suerte apareció en la plataforma: va a sorprender al lector lo moderna y dinámica que es, a pesar de su tema.