En muchos hogares hay alguna planta que alguna vez fue verde y radiante, pero que hoy luce marchita. A veces las dejamos por apego, otras por simple descuido, sin saber que —según el Feng Shui— su presencia puede alterar el equilibrio energético del ambiente.
Esta filosofía china sostiene que el estado de las plantas refleja el flujo del chi, la energía vital que recorre cada espacio. Las plantas sanas simbolizan crecimiento, armonía y renovación, mientras que las secas representan bloqueos, estancamiento y desgaste emocional.
Tener una planta muerta cerca de la entrada, el dormitorio o el living puede relacionarse con la falta de motivación, el cansancio o la dificultad para cerrar etapas personales. En palabras del Feng Shui, mantenerlas es prolongar un ciclo que ya cumplió su función.
Cuándo conservarlas (y cuándo dejarlas ir)
Aunque la regla general es retirarlas, el Feng Shui admite excepciones. Si una planta tuvo un valor sentimental —por ejemplo, fue un regalo o marcó un momento importante— puede conservarse, pero solo en espacios de transición, como pasillos, balcones o terrazas.
De esa forma, se evita que su energía apagada interfiera en las zonas de descanso o de reunión familiar, y se transforma su presencia en un símbolo de cambio y aprendizaje.
Ritual para liberar y renovar la energía del hogar
Cuando una planta se seca, no se trata simplemente de tirarla: el Feng Shui propone un pequeño ritual de agradecimiento y limpieza para cerrar su ciclo energético.
1- Retirala con respeto y agradecé su vida y su aporte al hogar.
2- Devolvela a la naturaleza, preferentemente en compost o tierra, para que su energía vuelva al origen.
3- Limpia la maceta con agua y sal marina antes de colocar una nueva planta.
4- Encendé incienso o palo santo para purificar el ambiente y eliminar la energía densa.
5- Reemplazala por especies fuertes y purificadoras, como el potus, la sansevieria o el helecho, que ayudan a reactivar el chi positivo.
Renovar para fluir
En el Feng Shui, las plantas no son simples adornos, sino canales de energía viva. Mantener ejemplares secos o marchitos puede reflejar una desconexión con el presente, mientras que agradecer y renovar ese espacio es una forma simbólica de dejar ir lo viejo y abrirse a lo nuevo.
Porque, al fin y al cabo, la naturaleza enseña lo mismo que esta filosofía ancestral: todo ciclo tiene un principio, un fin y una oportunidad para florecer otra vez.