Un chiste sigue al otro casi sin respiro. Su manera de llevar adelante el relato y las historias que va contando se vuelven una combinación fatal en el mejor sentido que una fatalidad puede tener, que en este caso sería el de garantizar ese no tan frecuente momento cumbre en que de tanto reírse uno termina llorando de la alegría.
Sí que sabe del tema Alfredo Silva, al punto que bien se podría decir que es algo que lo acompaña desde que era un pequeñito y vivía con sus padres, Bocha y Pety, y sus hermanos menores, Leandro y Marilina, en San Fernando, primero, y en Tigre, después. "El humor me gusta desde que era muy chiquito. Siempre fue mi pasión. Me acuerdo de pedirle plata a mi papá e ir a comprar un casete de chistes en una disquería o entrar a una librería y comprar libros de chistes", confía ante la consulta de DiarioShow.com.
"Conté chistes toda mi vida, pero cuando decidí dedicarme de lleno a esto fue hace más o menos 20 años. En ese momento trabajaba en un astillero en Tigre, entonces hablé con mi jefe y le dije que me quería dedicar al humor. Sabía que tenía que renunciar porque no se podían hacer las dos cosas juntas por una cuestión de tiempo. Y él me dijo: "Andá y probá, si te va mal volvé acá". Por suerte me fue bien, igual cada tanto vuelvo, pero para visitarlos porque me quedó una gran relación con ellos", revela.
"Me gusta ser agradecido y recordar a los que me dieron una mano. Lo mismo con la gente del ambiente como Carna, Larry De Clay, Pichu, Pacho Peña, Gustavo Pavan, Ariel Rodríguez Palacios, Darío Lopilato, Diego Pérez, Coco Sily, Nazareno Móttola, Roberto Peña, Rolo Villar, Pablo Muney, Pablo Serantoni, Pablo Graziano, Martin Kweller, Anabela Ascar, Yayo... Son personas que me ayudaron muchísimo", cuenta el humorista que sabe lo que se siente al llenar teatros, participa en distintos programas de streaming y de aire y es uno de los cómicos más respetados y buscados del país, tanto en modo virtual cuando de ver rutinas cómicas en la web se trata, como a la hora de contratarlo para que actúe.
A la hora de repasar momentos clave de su vida, Alfredo no duda: "El primero en realidad no es uno en particular, sino una sucesión de hechos y tiene que ver con que en el colegio siempre salía mejor compañero por votación, tengo varios diplomas en casa. Después podría ser el día en que conté chistes siendo un niño en un acto escolar y todos se mataban de risa. Y, ya más acá en el tiempo, cuando me operaron de la vista, tenía el ojo izquierdo más afuera, y me lo arreglaron".
Luego, quien pasaba toda la temporada de verano, es decir, de diciembre a febrero, inclusive, con su familia en Pinamar recuerda cómo era el vínculo durante el año con sus amigos: "Teníamos una banda numerosa e íbamos juntos para todos lados. Yo siempre era el cómico del grupo, el que contaba chistes todo el tiempo. A mis amigos de la adolescencia los sigo viendo, cada vez que podemos nos encontramos".
El pequeño nene que se pasaba el día jugando a la pelota y a quien le habían regalado un barquito a control remoto con el que se divertía cada que lo llevaban a los lagos de Palermo cierra con una comparación entre ser una criatura en su época y pasar por la misma experiencia ahora: "Hoy en día, si bien no estoy en contra de la tecnología, al contrario, creo que los celulares y las computadoras aíslan a los chicos y los hacen un poco más individualistas. Antes había más reuniones grupales entre niños. Si bien no digo que no exista la amistad ahora, no es como la de antes, que había que verse cara a cara para compartir algo con alguien y no solamente mandar un mensaje".
LAS 5M
Messi: el mejor futbolista del mundo.
Maradona: premio al éxito y a la humildad.
Milei: esperanza.
Mirtha: ejemplo de vida.
Mi mamá: una genia que siempre me aconseja.