Aquel 24 de abril de 1925 el barrio de Palermo amaneció con un espectáculo fuera de lo común para una zona de la Ciudad de Buenos Aires en la que la tracción a sangre comenzaba poco a poco a ser cosa del pasado. Ese día, el profesor suizo Aimé Félix Tschiffely emprendía a sus 29 años una de las aventuras en la que muy pocos creían, como la de unir todo -o casi todo- el continente americano a caballo.
Tschiffely salió cabalgando desde el predio de la Sociedad Rural Argentina con rumbo nada menos que a Nueva York, en tiempos en los que los caminos estaban lejos de parecerse a las rutas y autopistas de la actualidad. Lo hizo con Mancha y Gato, dos caballos cuyos nombres quedaron en la memoria de los amantes de las tradiciones camperas.
La proeza de Mancha y Gato será recordada en el transcurso de la 137° Exposición de Ganadería, Agricultura e Industria Internacional que la Sociedad Rural organizará en julio, precisamente en el mismo sitio desde donde hace cien años comenzó ese sueño a hacerse realidad.
Cómo empezó la aventura
El recuerdo se hará de manera conjunta con la Asociación de Criadores de Caballos Criollos y la participación de esta entidad no es casual. Mancha y Gato eran, precisamente, dos ejemplares de esa raza que por entonces había sido recientemente reconocida como tal.
Ante el desprecio de los supuestos “entendidos” que consideraban a los criollos como caballos de segundo orden, Tschiffely se contactó con el productor ganadero y dirigente radical Emilio Solanet, quien años atrás había fundado la Asociación, a fin de convencerlo para que le vendiera los dos ejemplares, además de contarle el propósito para los que los quería.
En un principio, Solanet le negó la venta, pero poco después terminó regalándoselos. Y con Mancha y Gato, entonces, Tschiffely inició la travesía.
El viaje
El viaje duró tres años y medio y el recorrido completó más de 21.000 kilómetros, casi el triple de lo que hoy demanda el contacto entre las dos ciudades por vía aérea, dada las complicaciones de unirlas por vía terrestre sorteando la Cordillera de los Andes, atravesando la variada geografía de catorce países, con las oscilaciones térmicas propias se ir desde el nivel del mar a casi 6.000 metros de altura, a lo largo de las cuatro estaciones.
Las alternativas del viaje a través de 504 etapas fueron seguidas con atención por la prensa de todos los países americanos y al completar el recorrido el interés fue tal que el 20 de septiembre de 1928 Tschiffely, Mancha y Gato fueron recibidos en Washington por el presidente de Estados Unidos, Calvin Coolidge. A su regreso a Nueva York, los dos caballos hicieron su recorrido triunfal por la Quinta Avenida, como paso previo a su regreso a la Argentina en barco en diciembre del mismo año.
Cómo siguieron
Tschiffely siguió su vida en Inglaterra, donde entre otras cosas describió en un libro la singular travesía. Tras su muerte el 1954, sus restos fueron trasladados al Cementerio de la Recoleta.
Mancha y Gato volvieron a Ayacucho, a la estancia de los Solanet, donde murieron en la década del '40. Fueron embalsamados y hoy se encuentran en el Museo de Luján.